Viví los blogs de La Coctelera y los buenos tiempos de twitter. Y aunque aquello mucha veces era un lodazal (sobre todo La Coctelera) por lo menos eran buenos lugares donde debatir o exponer ideas. Empiezo esto aquí y ahora por mí, porque ya no tengo un lugar donde me sienta cómodo haciéndolo.
Por mí y por Ana de El Retrogusto y sus tuits.
Decía Ana en su twitter: “Hay una parte de mí cansada de estrellitas somm/diplomas/mw y no sé si es hartazgo o envidia extrema. Puede que sea perfectamente la segunda pero a la vez sé que no desearía ser eso, que debe ser complicado y pesado posturear tanto”.
Yo entiendo a Ana. Casi siempre lo hago. De ella incluso respeto su gusto por la cerveza. Pero quería matizar muchas cosas sobre su tuit y este es mejor lugar que esa red social.
Ana se refiere al postureo. Vivimos en la era de la inmediatez, de la superficialidad, del postureo. El mundo del vino sufre los mismos males que el resto de la sociedad. No podía ser de otra manera con la bebida social por excelencia de por medio. Hay gente que estudia y posturea. Es el atajo. El camino fácil para hacerse notar.
A pesar de esto y a pesar de que cada día escucho más aquello de que la Universidad no sirve para nada porque Zuckerberg no acabó sus estudios (falacia del superviviente), escribo esto como alegato a favor del aprendizaje.
Escribe José Carlos Ruiz en su libro “Incompletos” sobre la ontología emocional del sujeto actual en la comprensión de su mundo. Es más sencillo de lo que parece. Toma la idea kantiana de que los seres humanos tenemos sensibilidad, entendimiento y razón. La sensibilidad recibe los datos, las experiencias sensoriales, las emociones. El entendimiento organiza todos estos datos en categorías para poder comprenderlos. La razón sintetiza las experiencias organizadas en categorías en una idea. La tesis de José Carlos es que el ser humano contemporáneo decide pasar de las experiencias hacia la razón saltándose el entendimiento. El sujeto actual decide que no necesita entender, resultando en que tiene una visión del mundo más limitada.
Es muy difícil leer a José Carlos y no pensar en el mundo del vino. Es un sector lleno de mentira, de postureo, de ideas preconcebidas sin base ni razonamiento. Aquí es donde entra la formación. Creo en el poder de la formación, sea reglada o no, para mejorar el entendimiento. Como pilar necesario para poder tener pensamiento crítico. Para poner diques a tanto discurso vacío y tanta mentira. Para tener una visión más amplia y para poder entender los matices de este mundo tan complejo.
Yo no he dejado de estudiar de manera reglada y de formarme de manera no reglada desde que entré en la universidad. Además de mi trabajo en Península, doy clases del WSET nivel 3 en The Wine Studio y alguna clase suelta más en distintos cursos de sumilleres. Veo mucha gente joven con muchas ganas de aprender. Se hacen notar menos que los que estudian para posturear a los que Ana critica. Son parte importante del futuro de este sector y confío mucho en ellos. Hay que confiar en los que gastan su tiempo y su dinero en tener más conocimiento, mejor entendimiento.
Ana dice que soy un parresiasta. Lo tuve que mirar. Un parresiasta es aquel que “habla con franqueza o se excusa por hablar así”. Yo lo soy, ella lo es. Decía Jeff Bezos:
We humans are not really truth seeking animals. We are social animals.
And you know, take you back in time 10,000 years, and you're in a small village, if you go along to get along, you can survive. You can procreate.
If you're the village truth teller, you might get clubbed to death in the middle of the night.
Truths often don't want to be heard, because important truths can be uncomfortable, they can be awkward, they can be exhausting, impolite and all that kind of stuff. They can make people defensive, even if that's not the intent.
But any high performing organization, whether it's a sports team, a business, a political organization, an activist group - any high performing organization has to have mechanisms and a culture that supports truth telling.”
De esto va a ir esta newsletter. De contar alguna verdad de vez en cuando sin asustar al resto de la tribu.
Dale muchacho. Te leo atentamente.
Brindo por los que no posturean